La clasificación de los seres vivos

La taxonomía biológica, una rama de la biología, es la ciencia de la clasificación, es decir, se ocupa de establecer unas reglas que permitan clasificar a los seres vivos en una especie de árbol para formar un sistema ordenado que ayude a ver con claridad las relaciones que tienen unos seres con otros debido a su historia evolutiva. Esta palabra también se utiliza para hablar de la propia clasificación, o sea del conjunto de taxones (categorías) que forman la clasificación. El árbol filogenético de los seres vivos, como os podéis imaginar, es muy grande, enorme, así que solo vamos a ver su inicio. Los principales taxones (hay más) que se utilizan para clasificar a los seres vivos son estos, con su traducción al francés:

Vamos a empezar por los dominios. Son tres: bacterias (Bacteria), arqueas (Archaea) y eucariotas (Eukarya). Fácil. Bueno, en realidad, las bacterias y las arqueas son procariotas, pero no vamos a complicar las cosas, que ya bastante se complican en el resto de la clasificación. ¿Cómo se escriben estos tres dominios? Para saberlo, lo mejor es consultar el magnífico libro de Gonzalo Claros, Cómo traducir y redactar textos científicos en español, que se puede descargar gratuitamente en la web de la Fundación Dr. Antoni Esteve. Este libro nos dice lo siguiente: «Así, solo la nomenclatura de virus y bacterias recomienda poner en cursiva todos los taxones en latín, mientras que las nomenclaturas de animales, vegetales y protozoos solo mantiene la cursiva para género y especie». Por lo tanto, tendremos que escribir «Bacteria» en cursiva, si utilizamos la palabra en latín y en mayúscula, como debe ser; por supuesto, si la utilizamos en español, tendremos que escribirla en minúscula y en redonda: bacteria. Solo cuando nos refiramos al dominio la podremos escribir en latín (cursiva y mayúscula). Gonzalo no nos dice nada de cómo escribir «Archaea», que no es una bacteria ni un eucariota, aunque la Fundéu considera que debe escribirse en redonda.

Estos tres dominios son las tres primeras ramas que salen del tronco del árbol de los seres vivos. He dicho «tronco», así que tal vez haya un ser vivo que originó a estos tres, ¿no? Pues sí, así lo considera la ciencia, y se llama LUCA, el antepasado unicelular de todos los seres vivos. LUCA son las siglas de Last Universal Common Ancestor, o sea el último ancestro común universal. Bueno, yo lo consideraría el primero, pero en fin… ¿Existió realmente este antepasado común? No podemos saberlo a ciencia cierta, claro, porque ya no existe, pero los estudios genéticos demuestran que sí. ¡Ya no volveremos a decir nunca más que venimos del mono, venimos de LUCA! De todos modos, el mono nunca fue nuestro antepasado, sino como mucho nuestro primo hermano. Por supuesto, tenemos antepasados más cercanos: el antepasado común con los monos, el antepasado común con los neandertales… Pero ese es otro tema.

Así que las tres primeras ramas de LUCA son las bacterias, las arqueas y los eucariotas. ¿Qué diferencia a estas tres ramas? Las bacterias son organismos unicelulares procariotas, con una pared celular y una membrana celular; carecen de núcleo, por lo que su material genético (ADN), en forma de cromosoma circular, está suelto en el citoplasma; carecen de orgánulos, como el retículo endoplásmico, las mitocondrias, los cloroplastos, etc.; pueden tener flagelos o pelos para moverse; se reproducen asexualmente. Las arqueas también son procariotas unicelulares, con pared celular y membrana celular; carecen de núcleo y su cromosoma es circular, carecen de orgánulos; pueden tener flagelos; se reproducen asexualmente. ¿Qué las diferencia de las bacterias, entonces? Pues, sobre todo, la composición de la pared celular, su metabolismo más limitado y el modo de transcripción y traducción del material genético, más parecido a los eucariotas. Las arqueas son organismos más primitivos, por decirlo así, que las bacterias y han quedado relegadas a ambientes extremos, porque no han podido adaptarse como las bacterias. A diferencia de estas últimas, no son patógenas ni tan variadas, aunque pueden encontrarse en nuestro intestino, como parte de la microbiota.

Los eucariotas tienen diferencias marcadas con las bacterias y las arqueas. No tienen pared celular; pueden ser unicelulares o pluricelulares; tienen un núcleo que encierra su material genético; tienen numerosos orgánulos en el citoplasma; su material genético es lineal y múltiple, en forma de más de un cromosoma; son capaces de reproducción sexual, que es el tipo de reproducción que permite mayor intercambio genético. Digamos que son más evolucionadas que las bacterias y las arqueas, y son las que dan lugar a las plantas y los animales, aunque también pueden ser unicelulares, como los protozoos (amebas, plasmodios, etc.).

De los tres dominios, el que se nos hace más extraño es el de las arqueas, porque no son patógenas y viven en ambientes un tanto apartados, así que vamos a poner un ejemplo de estos seres vivos todavía poco conocidos, aunque algunos utilizados en la industria. Una arquea tiene el sugerente nombre de Pyrococcus furiosus. Al parecer, este nombre se debe, por una parte (género), a que es un extremófilo cuya temperatura óptima de crecimiento es de 100 ºC y, por otra parte (especie), a que crece con mucha rapidez. Es redondito, tiene flagelos, aunque diferentes de los de las bacterias, y no le gusta nada el oxígeno, así que vive en ambientes anaerobios. Se encontró por primera vez en la isla Vulcano de Italia, en sedimentos termales marinos. Se utiliza en el laboratorio (amplificación del ADN en la PCR) y en la industria (producción de dioles). ¡Es una monada!

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